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Nuestros artistas | Pau López Vila

Soy pintor figurativo y docente con más de diez años de experiencia en la enseñanza del dibujo y la pintura. He desarrollado mi labor tanto en centros públicos dependientes de la Generalitat de Catalunya como en academias privadas, además de una trayectoria como copista, retratista y paisajista.

Mi carrera artística se nutre de un sólido fundamento académico y de una práctica constante, entendiendo la pintura como un proceso vital de aprendizaje, exploración y comunicación. Para mí, pintar no es solo un oficio, es un modo de vida: una forma de pensar y de dialogar con la memoria, la historia y la condición humana.

Formación Académica y Artística

Máster en Profesorado de Secundaria – Universitat Internacional de València (VIU).

Licenciatura en Historia del Arte – Universidad Autónoma de Barcelona (UAB).

Diplomatura en Restauración y Conservación (especialidad Arqueología) – Escola Superior de Conservació i Restauració de Béns Culturals de Catalunya (ESCRBCC).

Formación en Dibujo Académico, Moderno y Pintura – Bcn Art Academy, Barcelona.

Trayectoria Profesional

Docente en artes plásticas – Generalitat de Catalunya (2017 – actualidad). Profesor de dibujo y pintura en centros públicos.

Profesor y maestro de taller – Escola Llotja de Barcelona (2011 – 2017). Enseñanza en el ámbito del dibujo, la pintura y la representación artística.

Maestro de taller de pintura – Academias privadas (desde 2011). Formación en dibujo académico, pintura al óleo, acuarela y técnicas mixtas.

Pintor copista – Reproducción de obras maestras, estudios de paletas y técnicas clásicas.

Pintor retratista y paisajista – Realización de retratos por encargo y obras de paisaje.

Obra y Simbología

Mi obra pictórica nace de la convicción de que la pintura es un camino de aprendizaje continuo y un modo de vida. Desde mis primeras experiencias frente al lienzo, he comprendido que el acto de pintar trasciende lo puramente técnico: es un ejercicio de exploración intelectual y emocional, una forma de diálogo con el pasado y una reflexión constante sobre el presente. Cada cuadro se convierte en un espacio simbólico donde la historia, la memoria y la sensibilidad contemporánea se encuentran.

Uno de los ejes más importantes en mi trabajo es el tiempo. Me interesa especialmente cómo la pintura puede funcionar como un puente entre lo que fue y lo que es, entre aquello que recordamos y lo que decidimos imaginar. Por ello, muchas de mis composiciones evocan escenas costumbristas de épocas pasadas. No se trata de reconstrucciones históricas exactas, sino de recreaciones simbólicas donde el atrezzo, los trajes, los objetos y las ambientaciones me permiten inventar un pasado posible. Pinto lo que pudo haber existido, pero también lo que nunca existió y, sin embargo, resulta verosímil. Esta capacidad de la pintura para reinventar el tiempo me resulta profundamente poética.

La figura humana ocupa un papel central en mi trabajo. A través del retrato, del estudio anatómico y de la representación de escenas narrativas, intento capturar no solo la apariencia externa de las personas, sino la carga emocional y espiritual que transmiten. Me interesa el rostro como espejo de la condición humana, pero también el gesto, la postura y el movimiento como lenguajes que expresan estados de ánimo universales.

Otro de los protagonistas esenciales en mi obra es la luz. Concibo la luz como un personaje vivo, que transforma, revela y dota de sentido a las composiciones. Me interesa cómo la luz cambia la atmósfera de un cuadro, cómo altera los volúmenes y cómo convierte lo inerte en vibrante. Pinto bioluminiscencias, reflejos, transparencias y destellos porque, en ellos, encuentro la metáfora perfecta de la vida: un fenómeno en constante movimiento, frágil y a la vez eterno.

La naturaleza aparece también como un territorio de exploración. A través de paisajes, naturalezas muertas y representaciones animales, busco capturar la vitalidad de lo orgánico. Pinto la rugosidad de una corteza, la suavidad de una piel, el brillo húmedo de un ojo animal o la vibración del aire en movimiento. Estos elementos no son simples estudios técnicos, sino ejercicios de contemplación que me permiten conectar con la complejidad del mundo natural y trasladar esa energía al lienzo.

Un aspecto esencial en mi trayectoria ha sido el trabajo como copista de maestros antiguos. Copiar a Velázquez, Tapiró, Repin o Madrazo no es para mí un ejercicio de repetición, sino un diálogo con ellos. A través del estudio de sus paletas, trazos y sistemas compositivos, he aprendido que cada decisión en el lienzo responde a un pensamiento y a una intención. Incorporar esas lecciones en mi pintura es una forma de continuar una tradición viva.

Mi proceso creativo se estructura en dos fases: en la primera, estudio, analizo, copio y reflexiono sobre referentes pictóricos; en la segunda, libero todo lo aprendido en obras propias que responden a mis intereses, pasiones y preguntas. Pinto para aprender, pero también para desaprender; para someterme a la disciplina de la tradición y, al mismo tiempo, para romperla y abrir nuevos caminos.

La simbología en mi pintura surge de esa fusión. Los elementos clásicos —una indumentaria, un instrumento musical, un objeto cotidiano del pasado— funcionan como anclajes que remiten a la memoria cultural. Sin embargo, su recontextualización en composiciones propias les otorga un nuevo sentido. Mis obras buscan provocar una reflexión atemporal, donde el espectador pueda reconocerse en un rostro o en una escena, aunque esta pertenezca a un tiempo aparentemente lejano.

El acto de pintar lo concibo como un estado de sintonía interior. Hay momentos en los que la pintura fluye con naturalidad, en los que el gesto, la paleta y la composición encajan en armonía. Esos instantes, que considero casi mágicos, son los que justifican la dedicación constante y el trabajo arduo que implica cada cuadro. Pinto porque necesito alcanzar ese estado de plenitud.

En definitiva, mi obra simboliza una búsqueda existencial: un intento de capturar lo efímero, de comprender lo inasible, de dialogar con la historia y de expresar lo humano en su complejidad. Pinto porque quiero detener el tiempo, porque busco comprender lo invisible y porque creo que el arte sigue siendo un lenguaje universal capaz de emocionar y transformar. Mis obras son, al mismo tiempo, ejercicios técnicos, relatos visuales y fragmentos de una vida entregada a la pintura.

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