El arte contemporáneo comprende el período desde finales del siglo XIX hasta mediados de la segunda mitad del siglo XX.
Es importante recordar que este periodo artístico tuvo sus comienzos con el impresionismo y el post-impresionismo, que son dos corrientes artísticas fundamentales para el desarrollo posterior del arte contemporáneo.
A finales del siglo XIX Europa atraviesa un momento de desorden social, económico y político que desemboca finalmente en la Primera Guerra Mundial. Y es en este momento donde surgen las primeras vanguardias artísticas.
Diversas corrientes se enmarcan en el arte contemporáneo y todas ellas, aunque con estilos distintos, se caracterizan por la interpretación de la realidad en lugar de tratar de recrearla. Partiendo de esta base se abre el abanico ante diversos estilos en los que el arte se adapta a la interpretación del artista. Aquí os enumeramos junto con unas pinceladas de cada uno, los más destacados:
Fauvismo: Se caracteriza por la agresividad, mediante la utilización de colores primarios y secundarios principalmente, que aportan intensidad y fuerza, y por pinceladas gruesas e intensas, con las que el artista busca llenar de emotividad sus obras.
Expresionismo: Este movimiento da prioridad a las expresiones del yo y a las actitudes emocionales. Los colores son más violentos y el contenido de las obras es simbólico.
Cubismo: Juega con el enfoque del lienzo, de esta forma plantea multiplicidad de puntos de vista. Hay dos etapas dentro del cubismo: cubismo analítico, que busca la simplicidad de las formas a través de la geometría, y cubismo sintético, con obras bidimensionales al eliminar el volumen de sus obras.
Futurismo o cubismo dinámico: Este estilo se caracteriza por su dinamismo, en los que el artista transmite movimiento, velocidad, fuerza y ritmo, a través de los trazos y formas.
Arte figurativo: Aunque representa elementos reales, lo hace a través de su propia interpretación, distorsionando (todo o parcialmente), idealizando mediante formas geométricas, exagerando y deformando ciertos rasgos o elementos y siempre con un fuerte simbolismo de fondo.
Movimiento dadaísta: aunque hay varias versiones sobre el origen de la palabra “dadá”, sí que hay acuerdo en que los dadaístas que dicha palabra carecía de importancia, ya que lo realmente importante era el arte. Surge como manifestación del desagrado a la rectitud por parte de determinados artistas y se establece como una ideología, fundamentada en el cambio y la libertad, el caos y la imperfección, sirviéndose de nuevas formas artísticas y montaje de fragmentos.
Surrealismo: su meta es ir más allá de lo visible para expresar el inconsciente, aquello sobre lo que la mente no ejerce control alguno, como los sueños, con un estilo figurativo.
Pop Art: Esta tendencia artística nace en Estados Unidos y hace uso de imágenes y elementos estéticos de la sociedad de consumo, como anuncios publicitarios, con los que elaborar una crítica a dicho consumismo, y se caracteriza por un estilo impersonal, con primeros planos y repeticiones del mismo motivo en sus obras.
Arte conceptual y expresionismo abstracto: Nace con manifestaciones diversas difíciles de distinguir entre ellas, pero en todos ellos el concepto que subyace en la obra es mucho más importante y se considera el centro en torno al que gira la obra en sí.